De todas las especies que criamos como animales de compañía, los peces son posiblemente los menos comprendidos y menos cuidados en cuanto a su bienestar conductual. Sin embargo, recientemente los científicos han investigado la cognición de los peces y han descubierto que son animales con una inteligencia y una memoria sofisticadas. Este artículo examina lo que sabemos sobre los peces y cómo podemos utilizar esta información para cuidar mejor a nuestros compañeros acuáticos.
Los animales acuáticos han sido habitualmente ignorados en la investigación, el discurso y las decisiones políticas sobre el bienestar animal. Las mejores pruebas contemporáneas disponibles, como las mencionadas en la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia (2012)1, indican claramente que las redes neuronales subcorticales que los peces comparten con otros vertebrados contienen huellas neuronales de sentimiento cualitativo; estas son neuroquímicamente equivalentes a las de los mamíferos terrestres que asociamos con la función cognitiva compleja y la emoción.2
En los últimos años, se ha demostrado claramente que muchos animales acuáticos poseen los atributos neuroanatómicos, conductuales y fisiológicos que les permiten experimentar dolor y sufrimiento.3,4
La mayor parte de la bibliografía sobre el bienestar de los peces se ha centrado en la minimización del sufrimiento durante el sacrificio y el control de las enfermedades en situaciones de producción.5 Aunque son de vital importancia, estas cuestiones no son las únicas formas en que el bienestar de los peces puede verse comprometido. Otras pruebas indican que los peces experimentan una gama mucho más amplia de emociones y son capaces de procesos cognitivos más complejos de lo que se pensaba. Algunos problemas de bienestar en cautiverio son el estrés, el aburrimiento6 y la frustración.7 Estas son respuestas típicas a un ambiente árido, que puede ser perjudicial cuando se experimenta crónicamente. Por ello, el bienestar de los animales acuáticos debe ser ampliamente considerado y respetado en todos los aspectos de este tipo de cautiverio.
El bienestar se refiere al estado físico y mental de un animal en relación a las condiciones en que vive. Para promover un bienestar real en los animales en cautiverio, es necesario determinar primero lo que constituye un “bienestar real” para una especie en particular, utilizando mediciones y protocolos de evaluación con base científica. Franks, Suárez y White (2020)8 destacan que la industria se encuentra en plena transición, pasando de simplemente “minimizar los estados negativos” a fomentar activamente el bienestar real de los animales acuáticos. Mellor y Beausoleil (2015)9 proporcionan una descripción detallada de cómo este modelo, que tiene una utilidad demostrada para identificar y clasificar los compromisos de bienestar animal, puede adaptarse fácilmente para abordar la mejora del bienestar de los animales acuáticos.
El paradigma de bienestar más ampliamente aceptado es el Modelo de los Cinco Dominios10, una versión actualizada del modelo original de las Cinco Libertades de la evaluación del bienestar animal, que se creó a mediados de los años 60.11 El Modelo de los Cinco Dominios se actualiza regularmente para reflejar los avances significativos en el conocimiento de la ciencia del bienestar animal, como las interacciones emergentes entre los aspectos fisiológicos (salud biológica) y psicológicos (experiencia subjetiva) del bienestar animal10 y la importancia fundamental de promover experiencias positivas además de reducir el dolor y el sufrimiento en cautiverio.11 El Modelo de los Cinco Dominios se considera generalmente el criterio de referencia para la evaluación holística del bienestar animal y se utiliza ampliamente para supervisar el bienestar en una amplia variedad de especies y contextos, incluidos los animales que viven en zoológicos, laboratorios, granjas y hogares privados de todo el mundo.11
El Modelo de los Cinco Dominios se resume de la siguiente manera:
- Nutrición: la calidad, la cantidad y el método de suministro del agua y los alimentos disponibles para los animales.
- Entorno físico: el impacto emocional de las condiciones físicas, sensoriales y atmosféricas a las que están expuestos los animales.
- Salud: los impactos fisiológicos y emocionales de las lesiones, las enfermedades y los distintos niveles de aptitud física.
- Interacciones conductuales: evidencia conductual de que la expresión de la voluntad se ve obstaculizada o potenciada cuando los animales interactúan con (1) su entorno, (2) otros animales no humanos y (3) los seres humanos.
- Estado mental: consecuencias psicológicas y emocionales de los dominios 1 a 4.
Los cuatro primeros dominios centran la atención en los factores que inducen experiencias subjetivas específicas, negativas o positivas, que contribuyen al estado mental del animal, evaluado en el quinto dominio.12
Las evaluaciones del bienestar animal deben tener en cuenta parámetros fisiológicos, psicológicos, conductuales y comunicacionales. En la práctica, esto significa que esforzarse por proporcionar a los animales acuáticos en cautiverio una “vida que merezca la pena”10 implica llevar a cabo prácticas de cuidados apropiados (mantener unas condiciones ambientales óptimas, proporcionar a todos los individuos una dieta nutricionalmente equilibrada, proveer una atención médica adecuada y un seguimiento de la salud, etc.), así como brindarles oportunidades de vivir experiencias positivas (permitirles ejercer su capacidad de acción y elección individual, incluyendo el acceso a la variabilidad ambiental y al enriquecimiento apropiado para la especie, y alojarlos en grupos sociales adecuados para la especie que minimicen la agresión al tiempo que promuevan una interacción social saludable).
Investigaciones recientes demuestran que muchos animales acuáticos son capaces de vivir experiencias físicas y psicológicas tanto positivas como negativas. Por lo tanto, la consideración del bienestar debe incluir parámetros tanto positivos como negativos para ofrecer a los animales acuáticos las oportunidades de desarrollo necesarias para una verdadera “vida digna de ser vivida”, en lugar de centrarse únicamente en evitarles las peores formas de sufrimiento.13-15 En conjunto, estas intervenciones deben tener como objetivo brindar a los animales una calidad de vida significativamente mejor, similar a la que experimentan sus congéneres que viven en su entorno natural.
Además, cada animal acuático debe ser tratado como un individuo consciente, prestando atención a su experiencia cualitativa en cada etapa de su vida en cautiverio. Los animales acuáticos deben contarse como animales individuales en lugar de hacerlo por masas o grupos.
Principales fundamentos del bienestar
El Instituto de Vida Acuática (ALI – Aquatic Life Institute) ha identificado áreas clave de bienestar que merecen una amplia atención cuando se mantienen peces en cautiverio y que pueden aplicarse en una variedad de entornos.
Ambiente enriquecido
El enriquecimiento ambiental es una de las áreas más descuidadas del bienestar de los animales acuáticos. La complejidad voluntaria del entorno de un animal puede proporcionarle una atmósfera adecuada para que viva con buena salud y en la que cada uno de sus sistemas biológicos funcione adecuadamente. Además, emular su hábitat natural puede permitirle expresar las conductas para las que evolucionó en la naturaleza, que son fundamentales para su bienestar general. El objetivo principal del enriquecimiento ambiental es mejorar el bienestar proporcionando a los animales estimulación sensorial y motriz, mediante estructuras y recursos que faciliten la expresión de conductas propias de la especie y promuevan el bienestar psicológico a través del ejercicio físico, actividades manipulativas y desafíos cognitivos según las características específicas de la especie.16
Indicadores de estrés y posibles intervenciones a tener en cuenta
Aunque los indicadores de frustración o aburrimiento suelen ser difíciles de identificar debido a la variabilidad entre especies, individuos, ambiente, etc., debemos prestar mucha atención a cualquier comportamiento estereotipado anormal o negativo que se manifieste en cautiverio. Por ejemplo, en el hipogloso del Atlántico (Hippoglossus hippoglossus), Kristiansen et al. (2004, 2007) observaron un aumento de la conducta estereotípica descrita como “bucles de comportamiento de natación vertical”.17 El enriquecimiento ambiental puede evaluarse de forma más adecuada utilizando pruebas de preferencia para animales individuales, con respecto a la especie, la etapa de vida y la historia natural. Para aplicar estrategias adecuadas, un primer enfoque posible podría ser la evaluación de las preferencias específicas por diversos recursos o condiciones, lo que permitiría identificar mejor lo que los peces realmente quieren, en lugar de lo que los humanos creen que quieren. Además, la determinación de su motivación para acceder a recursos específicos podría indicarnos hasta qué punto quieren esos recursos preferidos, destacando cuáles son más importantes.18
Requisitos de espacio
Deben mantenerse niveles de densidad de población adecuados a la especie que se cría y a la etapa de vida de los individuos para evitar impactos físicos, psicológicos y de conducta negativos. Demasiados peces en un hábitat pueden provocar una mala calidad del agua, un mayor esfuerzo cognitivo y una elevada agresividad. Además, debemos esforzarnos por aumentar el volumen total de agua apta para la natación por individuo para reflejar las necesidades de la especie. Esta es una preocupación primordial para el bienestar de las especies que necesitan una cantidad considerable de espacio para expresar sus conductas naturales.
Indicadores de estrés y posibles intervenciones a considerar
Uno de los indicadores más obvios de que el espacio con el que se cuenta es inadecuado es la agresividad. El comportamiento agresivo puede notarse en las escamas en el agua, en las lesiones por mordiscos en las aletas o la cola, o esconderse frecuentemente. Aunque la agresividad es el resultado de la falta de espacio para algunos animales, es importante tener en cuenta que el exceso de espacio también puede tener efectos negativos para ciertas especies para las que la jerarquía social y las interacciones son fundamentales. Para evitar cualquier efecto negativo sobre el bienestar de los animales acuáticos en cautiverio, debemos considerar cuidadosamente las especies que elegimos y los requisitos de espacio en sus entornos naturales.
Calidad del agua
Es imprescindible conocer y ajustar la calidad del agua en función de las necesidades específicas de los peces para garantizar una salud óptima. Los peces son sensibles a una veintena de factores químicos del agua, que tienen efectos correlativos entre sí; el aumento de uno puede ser un factor limitante del nivel de varios otros. Los principales parámetros de la calidad del agua que hay que tener en cuenta y especificar según la especie y la etapa de vida deben incluir, como mínimo, los niveles de oxígeno disuelto (OD), la concentración de dióxido de carbono y amoníaco, la salinidad, la turbidez y la acidez.
Indicadores de estrés y posibles intervenciones a considerar
Desgraciadamente, los indicadores más reveladores relacionados con la mala calidad del agua se presentarán muy probablemente en forma de enfermedades obvias o condiciones de salud negativas y muerte. La calidad del agua es una cuestión de bienestar de alta prioridad universalmente aceptada, ya que está directamente relacionada con la supervivencia de los animales. Sin embargo, debemos entender que la calidad del agua también está relacionada con los demás fundamentos del bienestar. Por ejemplo, el enriquecimiento ambiental podría animar a los peces a utilizar todo el recinto, en lugar de unas pocas zonas seleccionadas. Esto, a su vez, podría evitar que algunas zonas del recinto tuvieran peor calidad de agua que otras. Además, garantizar unas necesidades de espacio óptimas puede redundar en una mejor calidad del agua, ya que los restos de comida y los desechos se reducen al mínimo al haber menos animales en espacios reducidos.
Observaciones finales
Las citadas consideraciones clave sobre el bienestar de los animales acuáticos pueden aplicarse en diversos entornos, como las instalaciones de acuicultura comercial, además de las residencias privadas. Es fundamental que el público reconozca que los peces y otros animales acuáticos son capaces de sentir dolor, miedo, alegría, aburrimiento, frustración y estrés.
Faunalytics ha realizado un importante estudio en el que se analizan las creencias de los estadounidenses sobre los animales de pequeño tamaño y su relación con los comportamientos positivos hacia los animales. Los animales de pequeño tamaño, como los peces en cautiverio, suelen considerarse menos inteligentes y menos “parecidos a nosotros”.19 Por ejemplo, la mayoría de los peces ponen huevos y no respiran aire. Se cree que estas diferencias hacen que el sufrimiento de estos animales parezca ser muy diferente del nuestro y, por lo tanto, hace que sea menos probable que nos preocupemos y sintamos empatía por ellos.20
No solemos conectar con los animales acuáticos más pequeños del mismo modo que nos vinculamos o empatizamos con los animales terrestres de compañía o incluso con los mamíferos acuáticos más grandes. Sin embargo, estos seres inteligentes y sensibles merecen el mismo nivel de cuidado, respeto y admiración. Es primordial que ayudemos a impulsar un cambio de actitud en la opinión pública respecto al trato de los animales acuáticos en todo el mundo.
Referencias
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- Jobling M. (2012). Fish in aquaculture environments. In Aquaculture and behavior (F.A. Huntingford, M. Jobling & S. Kadri, eds). Wiley-Blackwell, Oxford, 36–64.
- Chandroo, K.P., Duncan, I.J.H., & Moccia, R.D. (2004). Can fish suffer? Perspectives on sentience, pain, fear and stress. Applied Animal Behaviour Science86:3-4, 225-250.
- Sneddon, L. et al. (2003) Do fishes have nociceptors? Evidence for the evolution of a vertebrate sensory system. Proceedings of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences 270, 1115 – 1121.
- Pounder, Kieran C., et al. (2016) Does environmental enrichment promote recovery from stress in rainbow trout?. Applied Animal Behaviour Science176, 136-142.
- Wemelsfelder F (1993) The concept of boredom and its relationship to stereotyped behavior. In: Lawrence AB, Rushen J (eds) Stereotypic behavior: fundamentals and applications to animal welfare. CAB International, Wallingford
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- Fraser, D. (2008). Understanding animal welfare. Acta Veterinaria Scandinavica, 50:1, 1-7.
- Fraser, D., & Duncan, I. J. (1998). ‘Pleasures’,’pains’ and animal welfare: toward a natural history of affect. Animal Welfare, 7:4, 383-396.
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- National Research Council. (2010). Guide for the care and use of laboratory animals. 8th ed. Washington, DC: National Academies Press
- Kristiansen, T.S. et al (2004) Swimming behaviour as an indicator of low growth rate and impaired welfare in Atlantic halibut (Hippoglossushippoglossus L.) reared at three stocking densities.Aquaculture 230, 137–151.
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- Batt, S. (2009) Human attitudes towards animals in relation to species similarity to humans: A multivariate approach. Bioscience Horizons, 2:2, 180–190,
- Faunalytics (2020) Beliefs about Chickens and Fish & Their Relation to Animal-Positive Behaviors.
(Traducido por Pierinna Isis Tenchio)
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